sábado, 13 de junio de 2009

Cultivar para no emigrar

Juan de Sola / Alex Espiño (Guayaquil, Ecuador) .- "Los ecuatorianos no valoramos lo nuestro, hasta que salimos del país y lloramos por lo que dejamos atrás". Con esa frase tan contundente nos despedía el conductor del taxi 2519 de Guayaquil justo antes de dejarnos en el aeropuerto, en donde nos esperaba un avión, de nuevo rumbo a Quito.

Era la reflexión de un hombre que tuvo que abandonar la sierra andina para irse a trabajar a la gran ciudad y poder labrarse un futuro. "Porque yo tenía claro que no iba a emigrar, yo de mi país no salgo, aquí me quedo".

A pesar de que la crisis económica también ha golpeado con dureza el país, nuestro amigo está convencido de que abandonar Ecuador y cruzar el charco para irse a España como han hecho muchos de sus compatriotas no es solución. "Al menos, aquí podemos comer. Con un par de centavos ya tienes algo que echarte a la boca. Allí no, la gente no se preocupa por los demás, no se ayudan los unos a los otros".

Este comentario lo extiende a su propia gente, ya que explica apenado que "cuando se van, cambian, allá no se ayudan. Algo cambia en su mentalidad." Está seguro de que la situación económica mejorará para los ecuatorianos, quienes aún tienen muy presente el proceso de dolarización que acabó en 1999 con su moneda nacional. "Eso sí que fue muy duro. Hubo gente que con el cambio perdió mucho dinero, los ahorros de toda una vida".

Por eso dice que los ecuatorianos viven "pendientes siempre de los movimientos que hay". En ese sentido, este pueblo, tan confiado y amable con sus visitantes, se vuelve receloso. Especialmente con la clase gobernante, porque a pesar de que empiezan a notarse cambios, "nunca nos han tenido en cuenta".

Una afirmación que hace tras recordar que el 90 por ciento de la riqueza de Ecuador está en manos de un 10 por ciento de sus habitantes. La clase poderosa "que sólo se preocupan de ellos mismos". Un esquema que desgracidamente se repite en muchos otros países latinoamericanos. Una situación que está ayudando a superar el comercio justo. Cada vez más, los campesinos están más preparados, tecnificados y más enterados de sus derechos. Y están decididos a que no les vuelvan a pisotear. Saben que para no emigrar, tienen que cultivar.
(Fotografía: Miguel Núñez.)

2 comentarios:

  1. me encanta todo esto. Muchas cosas son las que hay que cambiar en la mentalidad de la gente. Muchos besos a todos espero que esteis bien. Bicos. Vio

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  2. Vuestro taxista no decía ni más ni menos que algo que todos hemos sentido en algún momento: esa sensación de valorar las cosas cuando las perdemos, "lo que dejamos atrás" como él dice,
    la tristeza de algo que tuvimos y se quedó en el camino.
    Imagino que tener que abandonar tu país, tu entorno, tu gente, y sobretodo teniendo en cuenta ese 'amor por la tierra' de los ecuatorianos que ya nos desvelásteis, debe ser un paso difícil y muy duro, sin embargo hago mío un comentario que leí ayer en un artículo: "Cuánto alegra comprobar que hay personas y sitios que siempre están, aunque permanezcan lejos".
    Vuestro taxista, 'pudo elegir' quedarse y luchar para no emigrar.

    Un abrazo.
    Eva

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