jueves, 18 de junio de 2009

Luchando por salir adelante en un mundo de hombres

Juan de Sola / Alex Espiño, (Palo Quemado, Ecuador) .- Las risotadas de Maruchi Silva todavía resuenan en las laderas de Palo Quemado, una pequeña comunidad agrícola situada en la provincia de Cotopaxi. Le preguntábamos cómo se sentía al mandar sobre los hombres, al poder tomar decisiones, al ver que sus opiniones, ahora sí, son tenidas en cuenta.

No es una cuestión baladí. El cultivo de la panela, conocida en nuestro país como azúcar de caña, tradicionalmente ha sido una tarea exclusivamente masculina. "Nos decían que no éramos capaces de aguantar un trabajo tan físico como este". Pero ella, con su trabajo, ha demostrado que las excepciones son posibles. En Palo Quemado, son las mujeres las que lideran la comunidad.

De los cuatro miembros de la directiva, tres son mujeres. Algo insólito en este país. Maruchi destaca orgullosa que desde que se hicieron cargo de la organización "el cambio ha sido brutal, porque teníamos muchas ideas que no eran escuchadas y que han funcionado a la perfección". Asegura que los hombres, incluído su marido, han recibido muy bien que ellas tengan el mando de la producción, aunque sabe que no en todo Ecuador pasa lo mismo.

"Aún hay la creencia que la mujer tiene que estar en su casa, criar a sus hijos y cuidar de su esposo, pero aquí estamos demostrando que podemos hacer mucho más que eso". Por eso, aunque reconoce que los inicios fueron duros, anima a que mujeres en su situación luchen por sus sueños "porque con esfuerzo se cumplen". Y eso que ella tiene el apoyo de su familia, "pero nuestra tesorera es una mujer que está sola y aún así pelea día a día por salir adelante. Ella ha sido mi mayor ejemplo".

En los últimos años, las mejoras en la producción de la panela en esta comunidad han sido notables. Maruchi y sus compañeras aún recuerdan los tiempos en los que cocinaban la caña de azúcar en una especia de galpón al aire libre, en donde las condiciones de trabajo no eran las mejores. "La panela se nos estropeaba mucho, porque se humedecía demasiado, cogía hongos y bacterias, y además nos llevaba mucho tiempo, ya que la maquinaria era muy rudimentaria".

Gracias a los proyectos impulsados por la Fundación Maquita y la ONGD Amarante, esta comunidad de Palo Quemado pudo construir una pequeña factoría artesanal, conseguir una exprimidora del juego de la caña de azúcar, triplicar los hornos para cocinarla, o que es más importante, capacitarse para la calidad y la rentabilidad de sus producciones sean óptimas. Así han logrado llegar a producir entre cinco o seis personas a la vez, 250 kilogramos de panela al día, trabajando unas doce horas diarias, una jornada laboral que podría entenderse como extenuante, "pero al menos trabajamos en familia y pasamos un buen rato".

"Y todo ello, ahora ganando un precio justo por nuestro trabajo", dice sonriente nuestra anfitriona, justo antes de ofrecernos un buen plato de comida de la tierra. Como buena campesina ecuatoriana, prefiere quedarse sin comer a que sus invitados pasen hambre. Sobre todo después del largo y empedrado camino que han recorrido para que sea una de las protagonistas del documental que narrará su forma de vida. Una generosidad de la que los europeos tenemos mucho que aprender.

(Fotografías: Miguel Núñez).

2 comentarios:

  1. Felicitaciones a este recinto, me siento muy contento que siga la tradición panelera a pesar del tiempo y las condiciones tan difíles que vide el país... Tengo entendido que la mayoría de varones salieron a España o a otros lugares en busca de días mejores, pero veo que las damas dan un gran ejemplo de superación e ahínco.

    ResponderEliminar
  2. felicitaciones y sigan adelante se q muchas puertas tuvieron q tocar pero pocas se las han abierto que su valentia y dedicacion es la inspiracion de las personas de este pueblo exitos y sigan adelante

    ResponderEliminar